En Nanos nos encanta hablar sobre educación y dar pautas a los papás y mamás de nuestra familia para que vuestros hijos se conviertan en pequeñas grandes personas. Por eso, hoy os traemos un sencillo decálogo de consejos que todo padre debe cumplir para hacer bien sus deberes como educador.
- Dar ejemplo en lugar de sermonear
Es importante tener claro que los niños imitan nuestras conductas constantemente, incluso aquellas de las que no somos conscientes y, desde luego, también aquellas que queremos evitar a toda costa transmitirles. Tus hijos son auténticas esponjas captando información y tú eres su modelo a seguir. Por eso, antes de dar consejos y prohibir ciertas acciones, ten muy en cuenta si estás siendo ejemplar para ellos en tu día a día. Probablemente una de las formas más eficaces de transmitirles los valores adecuados es que ellos mismos los asuman como propios a través de tu forma de actuar.
- Comunicación, diálogo y comprensión
Abre un canal de comunicación directa con tus hijos y cuídalo día a día. Los pequeños de la casa deben tener claro que pueden acudir a ti en todo momento y que estarás ahí para escucharles y aconsejarles. En educación, el bienestar de los niños está por encima de cualquier tarea cotidiana, así que no pierdas el norte (es fácil hacerlo con tantas preocupaciones) y ten claro qué es lo más importante de tu vida. Habla mucho, sin prisas, y crea rituales diarios, como una cena en familia sin televisión ni distracciones. Y, sobre todo, escúchales.
- Límites y disciplina, sin amenazas
Ya hemos hablado sobre la importancia de los límites en educación y de lo útil que resulta razonar con los niños para que entiendan los motivos que nos llevan a negarles ciertas conductas o a incentivar otras. Las normas deben ser siempre claras y coherentes, además de estables en el tiempo (evita cambiar de idea o mostrarte flexible, salvo en ocasiones contadas y especiales, si así lo deseas). La clave es que ciertas actividades se conviertan en rutina, como recoger los juguetes después de usarlos, o no decir ciertas palabras o expresiones malsonantes. Lo contrario no es negociable, y el niño debe saberlo.
- Dejarle experimentar
No hay nada como equivocarse para aprender una lección y, por mucho que queramos evitar ciertos baches y fallos a nuestros hijos, debemos tener claro que se trata de personas independientes con derecho a equivocarse. Su lugar en el mundo lo determinará su forma de enfrentarse a él, y nuestra labor como padres se limita a darles las herramientas para hacerlo de la mejor forma posible, apoyarles, animarles y estar ahí para ellos en todo momento. Huye de la sobreprotección: no hará más que provocar una caída mayor cuando sean mayores y se encuentren con un entorno en el que no sean el centro del universo.
- No compares ni descalifiques
Comparar a tu hijo con otros niños, contigo mismo o con quien sea, no le ayudará en absoluto. Tampoco recriminarle de forma negativa. Evita frases como “aprende de tu hermano” o “¿cuándo vas a llegar a ser tan responsable como tu hermana?”. También las frases cargadas de negatividad: “Eres tan quejica como tu primo”. Nuestro papel es reforzar su autoestima y moldearles en la medida de lo posible, siempre en positivo. El niño no debe tener la sensación de que lo hace todo mal y, sobre todo, es clave que sepa que puede mejorar y que debe –tiene- que hacerlo para ser una mejor persona.
- Comparte tus experiencias con otros padres
Ocurre en todas las facetas de la vida: comunicarnos con los demás sobre nuestros problemas ayuda a encontrar otros puntos de vista, otras soluciones… y a poner cierta perspectiva. Además, puede ser muy consolador saber que otro está pasando o ha pasado por una situación similar a la tuya. No dejes de comentar con otros padres las situaciones que estés viviendo con tus hijos, porque puede ser extremadamente útil. Si lo crees necesario, acude a ayuda profesional. Siempre es mejor actuar que obviar las dificultades.
- Reconoce tus equivocaciones
A todos nos cuesta reconocer nuestros errores, y lo mismo se aplica a los niños. Por eso es importante que prediquemos con el ejemplo y enseñemos a los pequeños que no pasa nada por equivocarse y que les dignifica dar un paso en falso y rectificar. Los papás también se equivocan, y es bueno que se cree ese diálogo horizontal en el que los niños desmitifiquen a sus progenitores.
- Refuerza las cosas buenas
Del mismo modo que hablar en negativo puede hacer mucho daño a los niños y refrenar su progreso como personas, hablar en positivo tiene justo el efecto contrario. Nuestras palabras de ánimo son clave para potenciar la actitud de los peques y convertirles en personitas seguras de sí mismas y de su capacidad de progreso. Refuerza los avances de tu hijo, hazle saber de qué estás orgulloso y apóyale en sus logros. Evita comentarios como “tonto” o “malo” porque no harán más que hacerle creer que no está capacitado para ser listo o bueno.
- No pretendas ser su amigo
Sabemos que cuesta, pero los expertos recomiendan mantener cierta lejanía entre padres e hijos. Una cosa es mantener una comunicación fluida y otra muy distinta convertirnos en ‘colegas’. Existe un nivel de autoridad de los padres sobre los hijos que en cierto modo impide esta relación tan cercana. Poner normas y ser ‘colegas’ pueden ser tareas incompatibles en ocasiones.
- Ten en cuenta sus emociones
Todos podemos tener un mal día, y los niños no son una excepción. Las cosas que les ocurren en su día a día, por pequeñas que nos parezcan a los mayores, pueden generarles situaciones de estrés o tristeza que debemos respetar e intentar calmar. Es importante tener la empatía suficiente como para entender qué sentimientos están experimentando, independientemente de lo que lo provoque, y ayudarle además a identificar esas emociones y controlarlas. Hablamos de la importancia de la inteligencia emocional.
¿Te han gustado estos consejos? ¿Cuál es para ti la clave de la educación?