El Blog de Nanos

¿’Racionar’ el cariño a nuestros hijos para que sean más fuertes e independientes?

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Existe la creencia, más o menos extendida, de que para lograr que nuestros hijos se conviertan en seres independientes, fuertes y seguros de sí mismos, es necesario evitar mimarles en exceso, y ello se relaciona con el contacto físico: son muchos los padres que optan por no sostener durante más de cierto tiempo a sus bebés en brazos, o los que, en definitiva, racionan sus dosis de cariño hacia el niño en espera de que ello tenga un efecto beneficioso en él, de desapego e independencia. De capacidad para desenvolverse por sí solo sin ayuda de nadie. Pero ¿es esto acertado?

Lo cierto es que hay referencias para todos los gustos: el principal paradigma de esa teoría de la ‘lejanía física’ como receta para una mayor fortaleza podría ser el mal entendido Método Ferber, que consiste en enseñar al bebé a que se duerma él solito cuando está física y emocionalmente preparado para ello, a través de una rutina progresiva mediante la cual se deje al bebé en la cama despierto y solo (aunque llore) durante periodos de tiempo cada vez más largos.

En otros casos, los expertos aseguran que las caricias y el contacto físico con el pequeño pueden hacer mucho por su bienestar y por su seguridad en sí mismo: a través de sus primeras referencias -sus padres y seres cercanos- el niño aprende a enfrentarse al mundo, por lo que el hecho de contar con apoyo constante es determinante a la hora de hacerle sentir seguro en el entorno. Ello incluye la cercanía física, el abrazo, la caricia, la mirada atenta y vigilante…

Como referente de esta idea, tenemos un muy famoso estudio que data de 1984: una investigación realizada con 20 recién nacidos prematuros cuya edad gestacional era de 31 semanas, que contaban con un peso medio al nacer de 1,280 gramos y que llevaban un tiempo medio en la unidad de cuidados intensivos de 20 días. A estos bebés se les hicieron diversas escalas y mediciones, valorando el crecimiento, el comportamiento durante el sueño y la vigilia y el rendimiento de la escala Brazelton (con la que se valora la calidad de respuesta del niño a determinados estímulos y se determina, a partir del resultado, la cantidad de estimulación que necesita).

A todos ellos se les aplicó un “tratamiento” basado, básicamente, en darles un masaje. El masaje consistía en acariciar el cuerpo de los bebés y hacer movimientos pasivos de sus extremidades en tres sesiones al día, cuya duración era de 15 minutos, durante 10 días. Los resultados se compararon con otros 20 bebés de similares características que no habían recibido dichos masajes.

¿La conclusión? Todos los resultados confirmaron que los bebés necesitan contacto para crecer y desarrollarse. Es más, los bebés que habían recibido estimulación ganaron un 47 por ciento más de peso que los del grupo de control (es decir, un promedio de 25 gramos al día frente a 17 gramos), eran más activos, estaban más alerta y más orientados en los periodos de vigilia, mostraron una mejor respuesta motora, una mejor maduración y lograron una mejor puntuación en la escala Brazelton.

Además, los bebés que recibieron masajes estuvieron ingresados 6 días menos que el otro grupo, generando un ahorro al sistema de salud de unos 3.000 dólares por niño.

Nuestra visión es que el ser humano, como ser social que es, necesita del calor y el contacto humanos para deenvolverse en el mundo de forma libre y segura. De ahí que nos demostremos los unos a los otros nuestro afecto protegiéndonos y preocupándonos por los demás, usando la calidez y el amor como herramientas y valiéndonos del contacto físico y las caricias. Los bebés se desarrollan mejor y crecen más estables y con una mayor autoestima en un clima cálido y amoroso, del mismo modo que los adultos nos sentimos más seguros y crecemos mucho más si contamos con el apoyo y la confianza necesarios para ello.

¿Y tú, qué opinas?

Un pensamiento en “¿’Racionar’ el cariño a nuestros hijos para que sean más fuertes e independientes?

  1. Está más que probado que los bebes necesitan el amor incondicional de las personas que le rodean, pero también es cierto que necesitan sus momentos de desapego para poder crecer y desarrollar otros aspectos

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